Tacho tu nombre tras haberme tatuado con fuego tu mirada. La vez que más triste estuve fue el día que me fui y tú no me pediste que me quedara pero reí mucho y a carcajadas.
No me imagino besando a otros sin pensar en ti, igual que no sé escribir si no es por ti.
Y es que te odio tanto
que no puedo hacerlo
odiarte, digo
pero que te voy a querer un poquito,
lo que dura mi canción favorita
o todo lo que tardarás en volver.
Hasta que el cielo deje de ser
siempre gris,
te recordaré.
Hasta el día que lluevan pianos
que no tocan nuestra marchita canción,
quédate.
El desvío por viajar demasiado tarde siempre me lleva a un lugar lleno de suicidas, de trenes, y de cornisas. Todo está congelado, hace frío y no encuentro el gris por ninguna parte porque todo es blanco y negro y el país de la alegría no existe.
El país de la alegría es todo lo que he vivido contigo
y no existe.
Que sepas que las cartas, la poesía , el olor a sexo, los viajes en tren, la espera, y los secretos
no existen;
son sólo una bomba nuclear
que me arrasaron por dentro
y hoy sólo vienen
para convertirse
en el país del miedo.
Temes a tus demonios
de la misma forma que ellos
te temen a ti.
Pero ellos no saben que
tú sólo existes
en un alma tan oscura
como mis ojos,
y que jamás me pondría
de rodillas para rezarte a ti.