sábado, 5 de febrero de 2022

C-o-r-t-i-sol

De tal palo, tal astilla

y en mis dedos están todas clavadas.




He aprendido una palabra nueva que designa cómo es el sentimiento
que intoxica mi cuerpo
tras la huida 
de aquellas cuatro blancas paredes en las que tú querías crear nuestro hogar. 

Experimento en mi cuerpo la culpa
en mi pecho habita en todas sus versiones y magnitudes
y a ratitos no me deja respirar.
Dejarte ir fue como dejar tras de mi un cadáver
por eso mi vida intenta teñirse de un luto que no reconozco como mío,
porque fui yo la que le quitó la vida a todo esto.

Y como si se tratase de un rezo me repito:

"por mi culpa
por mi culpa
por mi gran culpa"
ya nadie habla de amor.

Ahora mido el tiempo
en los días que tardan en marchitarse las últimas flores que me regalaste,
como si nuestro amor se tratase de una muerte anunciada,
un difunto convertido en la historia de dos amantes
al que nadie va a llevarle flores. 

Desde entonces he provocado cinco tormentas,
desde que me fui sólo he traído el frío
a un cuerpo moribundo que no sé si es el mío.
Y ahora intento aprender a vivir sabiendo que no hay
un hombre
esperándome
en alguna parte.

Y pienso,
dónde voy a encontrar un amor tan grande
si Córdoba está cada vez más lejana
y yo más sola.