Me he bebido
todo el café
que han derramado
al desbordarse
tus ojos castaños
y no he sido capaz de despertar
de este continuo insomnio
que no sé por qué me aleja de ti,
veo cada vez más cerca
el final del túnel
y veo a distancia de mil años luz
el vértigo de tu mirada,
nunca me he acojonado tanto
delante de una caída tan bonita.
Mis palabras forman precipicios
y para eso si que hay que tener cojones
porque nunca nadie se ha acercado
sin temer al fuego
y evitar quemarse.
Arrojarse y quedarse estancada
en las vías de un tren
que sólo recorre círculos
es ser otra flor suicida
que nace para morir
antes de ser más bonita
que la propia autodestrucción.
jueves, 17 de julio de 2014
Cafeina.
domingo, 13 de julio de 2014
Morir es decir que has vivido.
Arrojé todos tus intentos,
todos tus te quiero
y todos tus volveré
pero todavía no me he ido.
Arrojé todas las flores
que se habían podrido
al mismo tiempo que yo
encima de mi propio ataúd,
conocí a la muerte
en primera persona
desde que empecé a ser yo
la muerta.
Que me pisen los talones
es sólo y únicamente
darle ventaja a un destino fatal
o a querer ganar algo
que ya se ha perdido
como tus pasos por mi pasillo.
viernes, 11 de julio de 2014
Bonita tú, autodestrucción.
Es cierto, cada vez estoy más guapa y un poco menos viva, un poco más con la vida llena de gris ceniza; más cerca de ser el humo que escupes al final de la última calada, del último cigarro del paquete de la semana, como queriendo soltar todos aquellos 'quédate, no sé ser feliz pero tu risa cicatriza'.
No sé que es tener la certeza de estar cada vez más muerta, ser todas las cabezas que se rompieron pensando en el amor y ahora están enfermas como lo eran cuando era pequeña mis heridas sin alcohol. Pasarse tanto tiempo en el suelo entierra y soy como las flores de la pasada primavera, más bonitas pero sin color.
Se me congela el alma cuando no me besas porque sé lo que es tener unas alas muy nuevas y ni puta idea de como volar. No sé escapar de aquí si no es la música de siempre la que me apresa y me invita a bailar desde que perdí la cuenta de todas las veces en las que no supe como hablar y mis lágrimas calladas desbordan todo el mar que ahoga los recuerdos y no dejan esta noche a la luna brillar y mira que fuerza tienes cuando susurras que no sabes amar y que los corazones rotos cortan y que dos como los nuestros no se pueden juntar. La suerte es un martes trece en el que brille mucho el sol y en el que la poesía termine con los dos de la misma forma de la que nosotros tentamos a lo bonito del desamor.
martes, 8 de julio de 2014
Hablo de la poesía en prosa.
Era la dueña de la rima hasta que la maté. Convertí sus ojos verdes llenos de vida en un color ceniza, en la que se convertiría ella después.
Era la destrucción más bonita, la locura que se apodera de ti y te arrebata la cordura en tan sólo un soplo de aire fresco. Era diferente. No era nadie, siendo ella.
Tiene pistola por boca y dispara haciendo daño de una forma que suena demasiado bien; una pequeña caja de música que se lo guarda todo dentro, haciendo girar al universo y mareándome a mi. Hasta que terminé con ella, que fue el mejor final para mi.
Su principio acaba en mi comienzo y por cojones había que seguirle el ritmo, hasta que yo pude acabar con ella.
Ella, no puede significar nada porque sólo es musa y no un pronombre que esconde todas las letras de su nombre. Era a la que todos escriben y nadie sabe por qué, pero yo si que estoy segura de que nadie sabe quién es ella. Y qué ilusos somos todos pensando que puede haber fin más bonito que ella.
Te saca a bailar y te lleva por el compás de los pasos perdidos para que te encuentres dando vueltas en un precipicio de palabras, es mejor que llenes su vacío antes de que te vacíe ella.
Y yo que todavía soy una maldita esclava de todo lo que dice, que se clava en mi alma y no me deja respirar.