jueves, 8 de diciembre de 2016

El frío.

Si alguna vez se acaba esto,
guardaré el recuerdo
Y la sensación de que mis pulmones
ya no se asfixian
al respirar.



¿Qué es la felicidad? ¿y sentirse vivo?

Los coches pasaban, ves, los coches siguen pasado. La gente sube y baja de ellos. Al poco tiempo se van lejos. Así es todo ¿no? Cosas fugaces, que pasan demasiado deprisa y cuando quieres darte cuenta vuelves a estar solo escuchando un portazo que no suena.
El humo seguía saliendo de tu boca, lo recuerdo porque también salía de la mía. Aquel día en el que hizo más viento que nunca y más frío que en todos tus inviernos.
De vez en cuando sigo teniendo aquella sensación: el momento es efímero y los bancos en los que bebemos cerveza también.
Ahora tampoco hay mucho que decir porque no hay nadie y sólo veo mi imagen reflejada en el espejo y no me gusta. No, no me gusta y por eso quiero cambiarlo.

La sangre ya no mancha tu cuerpo pero la culpa la sigues guardando tú. Ojalá no hubiera hecho tanto frio y tú pecho no hubiera estado tan congelado.

Sigo recordando a mi erroes como si fueran personas, y quella canción de Extremoduro y esa salida de emergencia que fue una trampa.

Y los huracanes, joder, me siguen pareciendo lavadoras. Y aquél héroe sólo apretó más la soga.

Lo mejor de ser libres es saber que pase lo que pase y aunque me pese nunca dejaremos de serlo.