sábado, 6 de diciembre de 2014

Me he querido.

Te he odiado con toda la rabia que siento al no poder evitar echarte tanto de menos. Me he visto reflejada en los pedazos de un espejo roto cada vez que cierro los ojos. No quiero verte. No soporto la idea de que todavía sigas en mi y te hayas ido.
Me he vuelto loca de atarme y dejarme libre a los pocos segundos. Me he vestido de amarillo para morir en el último acto de una obra que nunca acaba. Nunca me han gustado los miércoles ni los domingos, ni ese olor a nostalgia que queda cada vez que apago una vela y me enciendo un cigarro.
Estar jugando con fuego y no evitar quemarse, porque prefiero curar la herida a prevenirla. Sangrar a coser los rotos y vomitar a tragarme todo el orgullo.
En mi jardín de flores marchitas he sembrado el caos, y ha florecido una primavera que no es más que enero, febrero y marzo congelados.
Cubro tu espalda con puñaladas para declararte un amor no correspondido y, sobre tus hombros dejaré caer la cruz en la que siempre vivo, y te daré un beso en la sien mientras esperas que apoye en ella el cañón y no mis labios, a la vez que con mano izquierda aprieto el gatillo y recibo disparo, bala, y tiempo perdido.

5 comentarios:

  1. Vaya, es la primera vez que te leo y la verdad, es que me ha gustado bastante.

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  2. Si alguna vez vuelvo es para decirte que a veces escriben bonito y que tú siempre lo haces. Haría mía tu frase de que prefieres vomitar a tragarte todo el orgullo porque eso es lo que voy a dejar que digan de mí cuando por fin haya muerto.
    Te suplico que nunca dejes de escribir. Hay que ser muy triste y muy bonita para tener el valor de hacerlo.

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