jueves, 17 de julio de 2014

Cafeina.

Me he bebido
todo el café
que han derramado
al desbordarse
tus ojos castaños
y no he sido capaz de despertar
de este continuo insomnio
que no sé por qué me aleja de ti,
veo cada vez más cerca
el final del túnel
y veo a distancia de mil años luz
el vértigo de tu mirada,
nunca me he acojonado tanto
delante de una caída tan bonita.
Mis palabras forman precipicios
y para eso si que hay que tener cojones
porque nunca nadie se ha acercado
sin temer al fuego
y evitar quemarse.
Arrojarse y quedarse estancada
en las vías de un tren
que sólo recorre círculos
es ser otra flor suicida
que nace para morir
antes de ser más bonita
que la propia autodestrucción.

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