viernes, 10 de octubre de 2014

Una última vez.

Como el yonki que le pide a la jeringuilla que le salve una última vez.

Como el suicidia que le pide a la única bala que gira en el revólver de aquella pistola, en la ruleta rusa que acabe con él una última vez.

Como el asesino que termina de matar, y espera que le detengan para sentir la libertad una última vez.

Como el loco que encontró en la cuerda la estabilidad una última vez.

Como el alcohólico que anhela el sentimiento opuesto al vacío de su botella, antes de joderse el hígado una última vez.

Como el enamorado de corazón roto, que se vuelve a ilusionar sabiendo que en su corazón no cabe una sola grieta más y que ese va a ser su latido una última vez.

Como el poeta que escribe para encontrarse en las líneas que ha perdido en los pasos de su musa y sabe que no la encontrará una última vez.

O como yo, esperando a que te pasees por mi cabeza una última vez.

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