viernes, 12 de junio de 2015

Él no va a venir.

Sácame de esta,
o sácame a bailar. 


Estar al bode del precipicio
para saltarlo,
de la muerte súbita
para dejar de estar cansada del gris,
del ataque cardíaco
para dejar de sentir tanta arritmia,
y de la crisis nerviosa
para acabar de una vez por todas con mi pelo.

A mi lo que me pasa
es que la altura no me da ningún miedo
pero que pánico me entra cuando me veo en el suelo.
Que ya no me llamo con el nombre de otras
que se llaman igual que yo
pero que vuelvo a casa agotada
escuchando las voces de los que nunca han tenido nombre
y tus labios siempre gritan que me vaya,
que lo que dicen las musas ya no va a misa,
y me mandas al pelotón de fusilamiento
como si fuera uno de tus poetas muertos favorito.

El deseo de morir
es como el estado de desesperación que siente
quién ve la libertad a través de unas rejas
sin poder llegar a alcanzarla;
el estado de descomposición
de las cenizas
que hoy dan color al cielo
y pongo la canción más fea del mundo
para pedirte que me pidas que vuelva.

He comprobado por no sé cuanta vez
que tengo una letra demasiado bonita
para escribir tanta mierda
y es que no hay nada más triste que ser feliz,
y que ser un drama sin comedia
lleno de tragedia
por las ganas que tengo de ver morir
todas las coronas de flores que me puse en la cabeza
que son cosas de personas muertas,
y de chicas preciosas
que no se parecen en nada a mi.

Y es que hace no mucho
el coronel por fin se cansó de esperar
y yo sigo sus pesados pasos
porque ha llovido demasiado
desde que a mi buzón sólo llegan desesperanzas,
inicios de guerras mundiales
y facturas que no sé como pagar,
como todos los platos que me rompieron,
los vasos que se me resbalaron de las manos
dándole sonido a la explosión de mis arterias principales.

                                                 Decidle a la princesa que no llore
                                                que el príncipe jamás ha existido
                                               y que todavía podemos perder
                                             más tiempo perdido.

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