domingo, 15 de noviembre de 2015

La imposibilidad de escoger lo que no te elige.

Pudiendo elegirme a mi
siempre escogías al resto
y desapareces en el ambiente.


Te consumes como el frío que siento 
cada vez que me quemo.
Las lágrimas se evaporan,
el tiempo no para
y sigo cayendo
y cayendo
como Alicia antes de llegar al País de las Maravillas,
esto no es un sueño
porque tú sólo causas insomnio
a pesar de que yo sea onírica.

Soy la última opción,
a la tercera la bala se pierde
y la mancha de sangre en el óleo en blanco 
desaparece 
y aparece en todos los combates. 

Grita, que nadie puede oirte,
me he encargado de matar a todos los vecinos y,
ahora no me digas que mi sufrimiento fue en vano.
Movimiento de sístole y diástole involuntario,
todos al suelo
que esto es un atraco
y si sonríes, disparo
que quiero capturar toda la inmortalidad
que ya no nos queda.
Al rincón de pensar para dejar de hacerlo.
Contra la pared, y que nadie se mueva
porque este fin no justifica 
el medio
y aún así,
no vamos a dejar de hacerlo.

Sigue mirándote en un espejo
que tu reflejo desaparecerá para siempre,
porque aún pudiendo escogerme a mi
el resto jamás te eligió. 

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