viernes, 4 de diciembre de 2015

Placebo.

Te hacen creer en la magia
para después decirte que no existe. 
(o para darte más de una hostia) 


No abras los ojos.
No.
No le digas a nadie
que por la ventana no entra ningún rey mago
que sólo entra nostalgia
y que todas esas luces que simulan el sol esta noche
en nada serán nada.
Sólo puedo ver oscuridad
aunque dentro de ella no vea nada con claridad
y aún así no quiera salir
porque llamo casa a todo lo que me pone en peligro
porque estos años no he aprendido a cerrar la herida
sin meterte dentro
pero siempre te vas.

Hoy todavía no nos ha llovido
y a veces olvido que me olvidas
y que con las palabras sólo creo los mismos destrozos
que una vez hice en mis muñecas
con las que ya no puedo jugar.
Desde entonces la fragilidad
es como algo muy pequeño tiritando en la nieve
o como la pureza manchada de sangre;
sólo discordia.

A veces también me gustaría que sonaran las alarmas
cuando me despierto antes de tiempo
aunque no sirva para nada
porque llego tarde a donde nadie me espera
y me repito
porque tras caer en la decadencia todo es monótono
y gris.
La figura de la marca de tiza en el suelo
se ha levantado
dejando tras de sí un rastro inerte
que nadie seguirá.

No abras los ojos.
No.
Que por la ventana sólo entra frío
y ya no estás
y no me importa la intensidad con la que me abraces
si nunca dejas de hacerlo.

Una vez creí que te quería tanto
como el ansia con el que me fumo mi primer cigarro
cada mañana
pero a pesar de que ya no estés
te reconozco en cada libro,
en miradadas perdidas de gente que no me mira
y en la sílaba inicial de una letra cualquiera.

Eres como querer atrapar el agua
pero con mi orgullo de por medio,
o como la página 240 del único libro que sé leer.

Tenemos la misma probabilidad de que alguien nos quiera
y al dejar de ceer en el amor
ya nada cree en nosotros.
Rozo con la punta de mi lengua
la invisibilidad de
ser cada día una diferente.
Practico el ateísmo del que le reza a todos los dioses
sin terminar de creerse en una religión
que sólo quiere sacarle los ojos -como un cuervo-
para que vea sólo lo que escucha
y pierda la fe.
Ojalá después no te encuentre a ti.

La magia es la poesía que no escribiremos nunca.
No dejo la ventana abierta
por si además de frío y nostalgia
llega el puto invierno
cargado de la desesperanza
que marchitó la primavera.

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