sábado, 20 de febrero de 2016

Lo de nunca.

Pues claro que me pesa
y claro que es un mal momento para escribirlo todo
y claro que está todo muy oscuro.
Pero que te voy a decir que no me haya atormentado un millón de veces.


Este día no entra dentro de mi calendario y esas voces no tenía por qué haberlas escuchado y este frío no me siente pero yo lo padezco como una incurable enfermedad demasiado fuerte.
Me da igual todo lo que me digáis hasta que me hagáis daño, que sólo será la actitud de pasar cuando no.

Esas caras de idiotas
enamorados
no me representa
pero ojalá sintiera algo de amor
o sintiera vuestros abrazos como una muestra cálida y no como un millón de abejas clavánse en mi hígado. Ojalá no sintiera miedo cuando mi pies no tocan el suelo, sino libertad.

Este fin de fiestas sólo son las ganas de que algo vuelva a llegar, y llegará pero sin la intensidad con la que lo vivimos. Y llegará pero será una auténtica mierda.
A veces quiero creer que la falta de ganas es el pronóstico perfecto que indica que todo irá mal.

Ya me da igual que me hablen de aeropuertos, lavadoras, trenes o domingos porque todo es un puto huracán.

Las horas perdidas de sueño no se recuperan sólo pierdes más
vida. Si lo mejor de esta es no me sirve de nada ¿entonces qué hago? ¿gano algo o lo pierdo todo?
Que más me da perder ya si después no existe una recompensa que haga que valga la pena, que la alegría no lo vale.

Tras desconocerlo otra vez todo de K, sé que no existe K y que es un puto fantasma que me atormenta como la culpa de haberlo perdido, como la culpa de no haber encontrado algo mejor.

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