martes, 6 de mayo de 2014

No es una cosa, son todas las que echo de menos.

Su boca
que ya no me dice
lo que quiero oír.
Que ya no me habla.

Sus ojos
ya se han cansado
de esperar a que sonría.
Que ya no me miran.

Su nariz
me recordaba
a lo bonito que puede llegar a ser
caer desde lo más alto.
Que ya no me huele.

Su pelo
en el que ente rizo y rizo
se escondía el caos
y me perdía por allí
como si fueran
las olas de un lejano mar.
Que ya no me encuentra.

Sus manos
de las que nunca me soltaba
por si al girarme
ya no estaba.
Que ya no me agarra.

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